La retirada de “símbolos religiosos” de las escuelas, concretamente en una escuela pública en Valladolid, “porque pueden vulnerar los derechos fundamentales de los escolares”, es como poco y a mi juicio una absoluta barbaridad. Intentaré explicarme sabiendo que habrá personas que me comprendan y hasta piensen como yo, y otras que, aún comprendiéndome no lo aceptarían jamás, como suele ocurrir al manifestar nuestras opiniones y pensamientos en estos temas “religiosos”.
Si hubiera empezado mi reflexión aludiendo a mi condición de Católico, saltarían las alarmas de los que creen, que los Obispos han tocado a rebato y las huestes salen al campo de batalla para defender lo indefendible. Sin embargo, estas líneas nacen de la profunda convicción de que algo, poco claro, está ocurriendo en medio de esta permanente voluntad de borrar de nuestra sociedad todo lo relativo a lo religioso. Y no digo borrar la experiencia de Fe de los cristianos, ya que ésta es imborrable, sino de eliminar todo lo que tiene como referencia cualquier símbolo, pensamiento o argumento que nazca de una vida fundamentada en la experiencia religiosa, concretamente la que propone la Iglesia Católica.
Cualquiera que atisbe un mínimo de sentido común compartiría conmigo, que eliminar lo religioso, sería perder nuestro pasado construyendo un futuro que empieza ahora. Sería, por tanto, de una absoluta prepotencia, querer eliminar todo lo que ha sido y es la experiencia vital de muchos millones de hombres y mujeres a lo largo de la historia. Sería una absoluta ridiculez querer borrar de la historia, una buena parte de lo que somos y tenemos, o es que alguien se imagina Burgos sin su Catedral o Santiago de Compostela sin la suya o el Museo del Prado sin los cuadros de Velázquez o Murillo o nuestro castellano sin el Monasterio de San Millán de Suso o su pueblo sin la torre de la Iglesia.
Cualquier mente sensata diría que es una barbaridad eliminarlos aludiendo la razón de que estos “símbolos religiosos” atentan gravemente a la libertad de expresión.
Yo me pregunto si las personas que han tenido la inteligente idea de pedir a los jueces que se pronuncien sobre si la presencia de “símbolos” religiosos en la escuela, es un factor negativo en la educación de los escolares, han pensado continuar su particular cruzada dedicando sus esfuerzos para que, los próximos días de descanso en las fiestas de navidad, sean días lectivos, pidiendo la retirada de las agresivas figuras del belén, de los impertinentes pastorcillos; pasando, por su puesto, por la suspensión de la cabalgata de reyes, ya que ésta no solo hiere la sensibilidad de otras culturas, aunque los reyes magos fueran de oriente, sino que además fomenta el consumo desmedido y el gasto innecesario, aspectos que chocan frontalmente con los solidarios, respetuosos y perfilados contenidos que se enseñan en la nueva y obligatoria asignatura.
Espero, por otro lado, que una vez conquistada la batalla de la navidad, continúen su lucha por la suspensión de los ofensivos desfiles procesionales de la semana santa de Valladolid, o de otras ciudades, ya que estos, hieren profundamente la sensibilidad de los incultos observadores. La imagen de un crucifijo de tamaño real por las calles de Valladolid, de un soldado con una lanza en la mano o de mujeres llorando al paso de un condenado a muerte, son una agresión de tal calibre que valdría, más que la sentencia de un juez de lo contencioso administrativo, la de un juzgado de lo penal. Y por supuesto que durante los días de jueves, viernes y sábado santo y domingo de resurrección, todos continúen en sus aulas aprendiendo que la historia de España comenzó en las cuevas de Altamira, que posteriormente la inquisición, un tribunal de intransigentes que condenaba a muerte a los que pensaban de otra manera, afectó negativamente a nuestros orígenes, hasta que por fin, por arte de magia, llegaron los actuales educadores de la “escuela laica” a salvar a este mundo corrompido por los símbolos religiosos, renombrando la semana santa, de otra manera para no herir la sensibilidad, más que la de los escolares, la de sus padres.
Sugerencias para quitar crucifijos. El periódico de Extremadura.
Que se quiten los crucifijos de las aulas y pongan las fotos de la infancia que vive en la indigencia por las tiranías que gastan sus recursos en armamento para hacerlos sus soldados; niños y niñas crucificados por el hambre y las enfermedades más fáciles de curar; niños y niñas que no existen ni son considerados como seres humanos por el mero hecho de no estar registrados en ningún documento con su nombre-
Quitad los crucifijos de los hospitales públicos. Sugiero que se pongan en las cabeceras de las camas las fotos de los de los crucificados por el SIDA, la droga, los sin techo, los asesinados por la mafia, los disminuidos por torturas psicológicas y físicas, los torturados que han perdido los miembros de su cuerpo por defender la paz y la justicia de los más indefensos de la tierra-
Quitad los crucifijos de las salas de plenos de todos los ayuntamientos y parlamentos de España. Sugiero que en las paredes y bóvedas dedicadas a los Derechos Humanos y a la Alianza de Civilizaciones, se pinten los rostros de los grandes pensadores de la humanidad, los grandes ideólogos políticos que se han desvivido por defender las causas más nobles del genero humano buscando el desarrollo de los pueblos, defendiendo el pacifismo, la integración racial, la defensa de todas las libertades, la pluralidad religiosa, la economía al alcance de todas las clases sociales, el trabajo digno, el acceso a la vivienda digna. Sugiero que se pongan los retratos de personas que promueven los grandes ideales en los jóvenes, la igualdad en los derechos y oportunidades sin mirar ningún color mental, que promueven la transformación de las estructuras de poder en estructuras de servicio sin más interés que el bien común-
Quitad todos los crucifijos de todos los centros públicos, si con ello se defiende más y mejor la no confesionalidad del estado, es decir: que el estado español no tiene ninguna religión como oficialmente propia, para así favorecer más y mejor la regularización de todas las iniciativas religiosas libres y mayoritarias de sus ciudadanos, dándoles el mismo prestigio que a otras libertades.
Me parece correcto y me pongo a favor de esta medida de quitar crucifijos, pues creo que ya debería estar suficientemente asentada con la madurez democrática, lo mismo que para otros asuntos de otras raigambres ya hemos alcanzado.
Pienso también que, detrás de esta tormenta, tan constitucional y democrática, se esconden otras intenciones borrascosas; pero aún así estoy de acuerdo en que el crucifijo no debe ser un adorno de ciertos lugares si a sí se salva la pulcritud mental de algunos ciudadanos que tienen derecho a manifestar sus molestias ideológicas al respecto.
Quitemos los crucifijos pacíficamente y sin ruidos de esos espacios públicos de consenso e higiene democrática pero, por favor, que con ello, al quitarlos de nuestra vista, no escondamos la vergüenza cívica y social, echando a la basura y quitándonos de en medio a los "otros crucificados" de nuestra tierra.
Yo conozco a muchas personas cristianas, católicas y hasta no creyentes, que motivados por lo que representa el crucifijo, se desviven por promover la dignidad humana en los continentes más empobrecidos de la tierra. Me uno también, y aliento a las personas que promueven y dan la vida por estos ideales, aunque quiten los crucifijos por decreto ley, de los sitios donde les provoca molestia.
*Párroco de Nuestra Señora de Guadalupe (Cáceres)