A Claudio Magris le fue otorgado el premio Príncipe de Asturias de las Letras, según el jurado, por encarnar "en su escritura la mejor tradición humanista y representa la imagen plural de la literatura europea al comienzo del siglo XXI", en la que se manifiesta "una Europa diversa y sin fronteras, solidaria y dispuesta al diálogo de culturas".
La entrevista , aparecida hoy en el diario "El País", es una reflexión sobre la cultura actual. De ella, he extraído dos preguntas que son muy clarificadoras en las que hace referencia a Dios y al diálogo de culturas.
La entrevista , aparecida hoy en el diario "El País", es una reflexión sobre la cultura actual. De ella, he extraído dos preguntas que son muy clarificadoras en las que hace referencia a Dios y al diálogo de culturas.
P. Creo que usted respeta la idea de Dios y, hablando de problemas contemporáneos, esa idea hoy no da más que disgustos.
R. Con los fundamentalismos, el del islam u otros, Dios no tiene nada que ver. El fundamentalismo no es culpa de Dios. El problema no es tanto si la fe en Dios existe o no, sino si la idea de Dios es una idea fuerte, que da sentido, o es una idea absurda. Yo siento con fuerza la idea de Dios. Luego, pienso que como no se puede demostrar, uno debe vivir con eso, pero en esto me he visto muy reforzado al frecuentar el judaísmo, y sobre todo el judaísmo jasídico confiado e irreverente.
P. ¿Qué opina del otro gran problema contemporáneo, el terrorismo y la restricción de la libertad individual que el Estado impone para combatirlo?
R. Creo que ése es hoy el auténtico problema del terrorismo, y la única forma de combatirlo es la información. No puedes establecer una violación permanente de los derechos porque si no, el terrorismo ha ganado. No es sólo una cuestión moral, es también una cuestión de calidad de vida del Estado, no puedes vivir en un Estado en el que no estás seguro. Estoy de acuerdo con una vigilancia estrechísima de los servicios secretos, a favor incluso de penas muy severas, porque lo que asusta ahora es que con el terrorismo no sabes quién, qué, dónde y porqué. Vivimos en un mundo en que el terrorismo, el verdadero, el fingido o el simulado, está confundiendo completamente el sentido de la verdad. No sabemos nada. ¿Qué sabemos nosotros de Afganistán? ¿Quién manda realmente? ¿Tenemos medios para saber lo que ocurre en este segundo Kabul? Creo que debemos estar dispuestos a acoger todas las culturas, pero estableciendo algunos puntos que no están en discusión. Ahí no podemos tener ningún complejo de inferioridad. Hace dos o tres años, en Milán, unos padres musulmanes pidieron una clase para sus hijos, en la escuela pública, sólo de musulmanes, y las autoridades escolares aceptaron. Escribí un artículo durísimo. Si cuando mis hijos eran pequeños, hubiese pedido que estudiaran en una clase sólo con católicos, el director me habría echado a patadas. Ni siquiera lo habrían tomado en consideración. Que un niño musulmán no pueda estar con uno judío no es negociable. Sobre ciertas cosas debemos estar preparados para decir: no, eso no se plantea. Si el Papa dice que está contra el matrimonio homosexual, hay manifestaciones contra él, pero nadie protesta en las ventanillas de las embajadas islámicas donde decapitan a los homosexuales. Nunca he visto estas protestas, y allí los decapitan. La paridad implica que no hay que tener ninguna incertidumbre. La monja que han asesinado, ¿se imagina que tres católicos fanáticos, cuando el imán dice "conquistaremos Roma", maten a una musulmana? El mundo saltaría, con razón, por los aires. Si uno dice "vamos a quitar a las mujeres el derecho al voto, o los negros no pueden estudiar", no se discute.
R. Con los fundamentalismos, el del islam u otros, Dios no tiene nada que ver. El fundamentalismo no es culpa de Dios. El problema no es tanto si la fe en Dios existe o no, sino si la idea de Dios es una idea fuerte, que da sentido, o es una idea absurda. Yo siento con fuerza la idea de Dios. Luego, pienso que como no se puede demostrar, uno debe vivir con eso, pero en esto me he visto muy reforzado al frecuentar el judaísmo, y sobre todo el judaísmo jasídico confiado e irreverente.
P. ¿Qué opina del otro gran problema contemporáneo, el terrorismo y la restricción de la libertad individual que el Estado impone para combatirlo?
R. Creo que ése es hoy el auténtico problema del terrorismo, y la única forma de combatirlo es la información. No puedes establecer una violación permanente de los derechos porque si no, el terrorismo ha ganado. No es sólo una cuestión moral, es también una cuestión de calidad de vida del Estado, no puedes vivir en un Estado en el que no estás seguro. Estoy de acuerdo con una vigilancia estrechísima de los servicios secretos, a favor incluso de penas muy severas, porque lo que asusta ahora es que con el terrorismo no sabes quién, qué, dónde y porqué. Vivimos en un mundo en que el terrorismo, el verdadero, el fingido o el simulado, está confundiendo completamente el sentido de la verdad. No sabemos nada. ¿Qué sabemos nosotros de Afganistán? ¿Quién manda realmente? ¿Tenemos medios para saber lo que ocurre en este segundo Kabul? Creo que debemos estar dispuestos a acoger todas las culturas, pero estableciendo algunos puntos que no están en discusión. Ahí no podemos tener ningún complejo de inferioridad. Hace dos o tres años, en Milán, unos padres musulmanes pidieron una clase para sus hijos, en la escuela pública, sólo de musulmanes, y las autoridades escolares aceptaron. Escribí un artículo durísimo. Si cuando mis hijos eran pequeños, hubiese pedido que estudiaran en una clase sólo con católicos, el director me habría echado a patadas. Ni siquiera lo habrían tomado en consideración. Que un niño musulmán no pueda estar con uno judío no es negociable. Sobre ciertas cosas debemos estar preparados para decir: no, eso no se plantea. Si el Papa dice que está contra el matrimonio homosexual, hay manifestaciones contra él, pero nadie protesta en las ventanillas de las embajadas islámicas donde decapitan a los homosexuales. Nunca he visto estas protestas, y allí los decapitan. La paridad implica que no hay que tener ninguna incertidumbre. La monja que han asesinado, ¿se imagina que tres católicos fanáticos, cuando el imán dice "conquistaremos Roma", maten a una musulmana? El mundo saltaría, con razón, por los aires. Si uno dice "vamos a quitar a las mujeres el derecho al voto, o los negros no pueden estudiar", no se discute.
2 comentarios:
El problema, como dice bien Magris, es el complejo de inferioridad que nos hace permanecer callados.
¡Alcemos la voz!
Hay puntos que no se pueden discutir, son conquistas de toda la sociedad democrática, ante las que no podemos retroceder.
Creo, que comodice Magris, no hay que tener complejos, debemos alzaar la voz.
Las sociedade democráticas nos hemos creado unas normas, algunas de ellas no tienen discusión.
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